Después de disfrutar y analizar en más de una ocasión el legado de William Shakespeare, uno adquiere la capacidad de detectar cómo fue modificándose el proceso creativo de este prolífico dramaturgo y poeta que quedó en la historia como uno de los más grandes escritores de la literatura universal.
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El cuento de inviernoPara advertir los cambios que se produjeron a lo largo de su trayectoria no hace falta ser un experto: si uno lee con atención, está dispuesto a descubrir a Shakespeare con ojos críticos y se respeta el orden cronológico de los textos, es fácil notar el crecimiento y la transformación de su trabajo.
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Al evaluar el conjunto de su obra, es imposible por ejemplo no sorprenderse con propuestas como “El cuento de invierno”, un relato surgido hacia 1611 que, por sus características, da lugar a múltiples consideraciones. 
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Aunque haya sido presentada con el correr de los años como una comedia, esta historia estructurada en cinco actos en verso y prosa no reúne las condiciones típicas del género, razón por la cual algunos analistas han preferido señalarla como una fantasía poética, mientras que en inglés se la calificó de romance.
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Más allá de los términos utilizados para rotularla, “El cuento de invierno” es una creación de alcance literario y teatral que cautiva a numerosos lectores/espectadores por ofrecer una trama increíble e intensa en la cual hay espacio para la irracionalidad, la cordura y la imaginación. 
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Al hacer foco en el argumento de este trabajo, es posible descubrir la figura de Leontes, el rey de Sicilia, quien tras recibir la visita de su amigo Polixeno empieza a experimentar celos desmedidos que lo llevan a cometer locuras que no tardan en perjudicarlo. 
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Si este resumen los ha entusiasmado, intenten conseguir pronto un ejemplar de este libro para conocer al detalle y de forma completa todo lo acontecido con Leontes.
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